El día después de la muerte de mi segundo ángel, mi abuela, tuve un sueño... Estaba en la casa de mis abuelos, en un galpón grande del patio de su casa. Ese galpón estaba dividido por unas máquinas, ya que las estaban vendiendo. De un lado, estaban ellos... del otro, yo. Con desesperación quise saltar esas máquinas, pero no podía, siempre caía. Ellos me miraban, me llamaban. Estaban abrazados, con una rosa roja en la mano de mi abuela. De repente, los veo a ellos saludando a mis familiares. Otro pantallazo, y me encuentro otra vez en ese galpón con las máquinas. Pero esta vez, los veo, saludándome, riendo, felices, abrazados, y sin la rosa. Miro mis manos, y la flor, apareció en ellas...
Me despierto, empiezo a recordar. Fui hasta la cocina, recorrí el comedor y mi pieza de par en par, pensando. Hasta que me acuerdo: esa flor, la mismísima rosa roja, cuando falleció mi abuelo un año antes, se la puse en las manos en el cajón que cerraron. ÉSA ROSA, esa rosa que tenía mi abuela en la mano... ESA rosa que después tuve yo.

Es hasta el día de hoy, que sé que ellos están juntos, felices, sé que están cuidandome, desde arriba. Son mis ángelitos, eso que un día la vida me los arrebató, pero siguen junto a mi.

Una rosa, en representación a nuestra unión eterna.