Te extraño cada día más.

Y de repente me encontré llorando otra vez. De repente me encontré extrañándote aún más. Y de repente me sentí sola en mi oscuridad, recordándo por enécima vez que te fuiste, recordando que hoy se cumplen seis años desde que te llevaste mi alma con tu partida. Hoy hace seis años atrás, estaba diciéndote el último adiós, aferrándome cada segundo a tu cuerpo y a tu vida, queriendo que fuese un mal sueño, una mala jugada que Dios nos tiró. Hoy, después de tantos años, sigo creyendo que no es real, que no te fuiste, que estas conmigo, que estas acá. Juro que no llevo noción del tiempo, creí que se cumplían sólo cuatro años. Cuándo pasó tan rápido? Cuándo fue que mi cerebro optó por olvidar esto?. Te necesito, te necesito para vivir, para respirar, para ser feliz. Intenté explicarme miles de veces que no estás, que te fuiste, que nos dejaste, que tengo que seguir con mi vida, que tengo que dejar de llorarte. Juro que lo intenté, juro que lo intento. Sé que nunca hubieses querido verme así, sufriendo tu partida desde lo más profundo de mi corazón, sé que nunca hubieses permitido que dejara caer una lágrima, ni por vos, ni por nadie; pero es inevitable sentir que te vas llevando de a pedazos mi vida, que mi alma esta incompleta si no estás. Sos uno de los hombres de mi vida, estoy tan orgullosa de haber tenido un abuelo como vos, un hombre valiente, un hombre que amó a su familia. Mi modelo a seguir, mi héroe. Dios quiera que me toque ser, por lo menos la cuarta parte de lo que eras vos. Tener esa voluntad y esa fuerza para pelear cada día, esa inteligencia admirable, y ese amor... Ese amor por la vida, por la naturaleza, por tu familia, por tu esposa. Ese amor único, ese amor que sólo puede ser explicado por Dios. Era magia, era todo. Gracias, eternamente gracias por cada segundo que compartiste conmigo, por cada lección de vida, por dejarme este amor al mundo, este amor a la vida. Gracias por enseñarme a luchar, y gracias infinitas por enseñarme lo que hoy en día amo con tanta fuerza, gracias por subirme a tus pies y darme la pasión del tango. Si supieras que segundos antes de subirme a cada escenario, les dedico cada show a ustedes dos. Doy todo de mi, porque sé, que algún lado, estén donde estén, estan viviendo esa felicidad que me corre por las venas conmigo.
Hoy digo gracias, por tener este ejemplo de vida, por tener una persona como vos, que aunque no esté físicamente, me acompaña día a día. Me quedarían cortas todas las palabras para escribirte todo lo que te amo. Eternamente agradecida, eternamente orgullosa de vos.