Mi pacto de carne y hueso.

Mis amigos, compañeros y conocidos se preguntan por qué soy así, por qué soy tan mala con los hombres, por qué ando con alguien, lo dejo despiadadamente y me voy como si nada hubiese pasado. Se preguntan, me preguntan, y sólo algunos les contesto un "me chupan un huevo los hombres, no me importan". Y es verdad. Hoy me animo a revelar un secreto de hace muchos años. Viendo a mi alrededor, amigas que sufren, yo sufriendo, viendo la situación de mi hermana, viendo como las mujeres de mi alrededor sufrían por amor, hace años hice un pacto conmigo misma, me prometí que a cada hombre con el que me cruce en mi vida, iba a devolverles tanto dolor que nos hicieron pasar. No pude por un tiempo, mi fisico no me ayudaba mucho, no les atraía a los hombres. Por años no pude hacerlo, no me pude auto-cumplir esa promesa. Pensé que había quedado en la nada, porque yo seguía conociendo hombres, seguía sufriendo por ellos. Y cuando menos lo pensé, cuando menos me dí cuenta, lo estaba haciendo. Empecé a dejar hombres, los enamoraba con dulces palabras y me iba dejándolos solos con su amor en el bolsillo. Sí, suena desgarrador y digno de una película de desamor. Pero quiero contarles, que esto hace la mayoría de los hombres, "aman" a una mujer y después se van tras cualquier mujer que se le cruce. Empecé a hacer eso, y cuando quise librarme de este "mal" que me había auto-impuesto, ya era tarde. Ya era parte de mi, y hoy es parte de mi. Por más que quiera, no puedo librarme de él. Cada vez que alguien me dejaba primero y me dolía, era una pequeña porción para que yo siga con este pacto. Los meses pasaban y yo me hacía más fuerte. Cada vez era más despiadada, los dejaba por que sí, de un día para otro, por que tenía ganas de irme sin dar explicaciones. Hoy, lamentablemente, sigo el mismo camino. Pero saben qué? La mayoría de las veces no me arrepiento, por que me di cuenta que los hombres, la mayoría por lo menos, no les duele el que los hayan dejado, les duele que hieran su orgullo machista. 
Y saben qué? A veces no quiero ser así. Siento que soy una persona completamente fría, sin emociones, necesito querer a alguien y no puedo. Miro mis años anteriores y me veo vacía. Mi pacto me consumió, y lo sigue haciendo. No me siento bien al hacerle estas cosas a los hombres, por más que en un momento lo disfrute. No me siento ni más ni menos persona haciéndolo. No me siento nada, y eso es lo que me preocupa más. Siento que no tengo sentimientos. Siento nada dentro mío. Me siento fría. ¡No puede ser que no se me mueva un pelo cuando un hombres me maldice! Lo único que recuerdo de las últimas veces que me maldijeron, es que me largué a reír a carcajadas. Eso no es digno de ser humano. Y yo soy así. Solía ser una nena indefensa, y hoy soy una mujer destructiva. ¿Cómo me libero de mi misma?. Soy así: una mujer compulsiva, sin sentimientos, fría, vacía, destructiva, egoísta, egocéntrica, que lo único que le importa es ser feliz a su modo, que necesita un hombre que la ame pero por su maldita personalidad no puede mantenerlo feliz. Mi pacto de hizo carne en mi, yo soy mi propio pacto hecho carne y hueso, y no puedo cambiar, ya no puedo, aunque quiera, no puedo. Está metido en mi. Es una condena que tengo que pasar. Un método de defensa que se volvió mi propio infierno. 
Y si tengo que hablar de alguien que me haya importado en serio, todos saben quien es. El culpable de todos mis textos de este blog. Una persona que realmente me importó y me importa, pero lo alejé de mi antes de que esta promesa termine por matar todo de él, y todo de mi. Lo alejé antes de consumirlo, antes de devorarlo, antes de irme despiadadamente, más de como lo hice. Pensé que esta vez mi amor iba a ganarle a mi demonio, y efectivamente, comenzó haciéndolo, pero de a poco mi demonio empezó a salir, la distancia lo ayudó. Entendí que lo amaba tanto que no iba a dejar que mi demonio lo ataque, no iba a destruirlo, no, a él no. Entonces me fui. Por más que me dolió, que me duele y me seguirá doliendo, me alejé. Y este es el precio que debo pagar por mi pacto: sufrir día a día por no tener alguien que me hizo y que me quería hacer feliz, el amor de mi vida, el hombre que quiero para mi, el que iba a dar todo por esta maldita mujer fría.
Día a día me toca convivir con mi propio demonio, con mi pacto hecho carne y hueso, ese que a veces es feliz haciendo lo que hace, y otras, como hoy, llora por los rincones deseando que esto se termine. Algún día voy a poder encontrar mi punto medio, ese punto en el que puedo ser feliz entre mi cielo y mi infierno. Pero hasta entonces, voy a seguir dejando jugar a mi demonio, pero lejos de él; porque, maldito demonio, él no es una pieza en tu tablero. Con él no.