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-         ¡Carajo! – gritó.
Amaranta, que empezaba a meter la ropa en el baúl, creyó que la habia picado un alacrán.
-         ¿Dónde está? – Preguntó alarmada.
-         ¿Qué?
-         ¡El animal!
Úrsula se puso un dedo en el corazón.
-         Aquí. – dijo.
Gabriel García Márquez.